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jueves, 21 de septiembre de 2017

La subjetividad del infierno.

Tic, tac. Tic, tac. Las agujas del reloj se mueven de forma inevitable. El sonido regocijado de las manecillas de este parece recordar a cada instante lo cruel del presente. Pero hay momentos que algo tan incuestionable como el pasar del tiempo se vuelve incierto para uno mismo. Sobretodo cuando algo tan universal y limitado como un minuto resulta subjetivo.

Tic, tac. Tic, tac. Mis pensamientos rebotan en mi mente de forma incesable. Por qué algo que es mío se torna indomable. Cuando la consciencia deja de sentirse como algo propio, ¿qué es? ¿Quién soy? Me asaltan las dudas una a una, me siento una extraña invadiendo un ente ajeno que reclama su propia realidad.

Tic, tac. Tic, tac. Parece que fue ayer cuando aún podía controlar mis sentimientos, mis pensamientos. El ayer de forma subjetiva, porque la verdad es que es tan lejano que es apenas visible como algo tangible en mis recuerdos. Al mirar atrás la distancia es abrumadora pero la lentitud del día a día desgarra la sensación de realidad. 

Tic, tac. Tic, tac. Si se acaba el día, ¿quién seré mañana?

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